EMPIEZA A SER TARDE, PERO NO DEMASIADO.......
 

La Madre Tierra, nuestro hábitat natural, peligra.

Los problemas que aquejan a nuestro planeta son por demás variados en su origen, en algunos casos se agravan por la ausencia de políticas ambientales o por incoherencia en la aplicación de la legislación. Pero, ¿quién es el verdadero responsable?

La respuesta surge rápidamente: "el hombre y su desaprensión para con la naturaleza". Es totalmente cierto, pero vale aclarar que, cuando le asignamos responsabilidad a todos no vislumbramos a el o los responsables directos. Cabe preguntarse, ¿es lo mismo arrojar un papel al suelo que volcar un residuo tóxico a un curso de agua?.¿ Se puede poner en un nivel de paridad las consecuencias de las políticas ambientales de los países desarrollados, con su alto grado de consumismo, con la de los "países emergentes" depositarios, en muchos casos, de los "desechos" de los del primer mundo?

Si todos somos responsables todos debemos pagar. Esta línea de pensamiento, esgrimida por muchos fundamentalistas, nos lleva irremediablemente a una situación de injusticia ambiental.

No pretendo con esta respuesta hacer ecología de catástrofe por que seguramente esto llevará a la inacción, por el contrario, lo que pretendo es que a partir del conocimiento del problema se genere una verdadera toma de conciencia y no una "declamada concientización" Nadie lucha por lo que no conoce, sino por aquello que ama, palabra clave, que implica compromiso y nos conduce a tratar de revertir situaciones.

Los movimientos ambientalistas alertan, investigan, solucionan; está en cada uno de nosotros el participar para comprender el mensaje, cualquiera sea el rol que ocupemos en la sociedad, para que nuestra vida y la de los otros mejore en calidad.

A veces, observamos apatía en nuestros conciudadanos y con ligereza pensamos en insensibilidad, pero no creo que nadie pueda permanecer "insensible" ante un río contaminado, un bosque talado, una especie extinguida o un accidente nuclear, por citar sólo algunos de los tantos desastres ecológicos que se producen a diario.

Tal vez la inmovilidad contenga miedo. Lo que se desconoce produce un estado de . ¿qué puedo hacer yo ante una situación que abruma?. Aquí es donde la educación ambiental juega un rol primordial.

Educarse para el cuidado del ambiente no es sólo información y conocimiento de los problemas, sino el vehículo que nos llevará a una nueva construcción de valores.

La conformación de grupos o la participación activa en los ya existentes, para generar proyectos comunes y solidarios pueden ser el comienzo de la trasformación de nuestra conducta.

En lo que a nuestro país se refiere, éste no escapa a los problemas que afligen al mundo, deforestación, desertificación, perdida de la biodiversidad, todo tipo de contaminación, generación de residuos, etc. Tal pluralidad de problemas requiere soluciones diferentes, pero sobre todo hacer cumplir la ley. La Argentina no carece de legislación ambiental, pero al ser legislación no aplicada esto implica corrupción.

De esto se deduce que todo es urgente y requiere de una solución inmediata, aún estamos a tiempo para fomentar acciones concretas que propendan al desarrollo sustentable, no importa la edad que tengamos, sino que nuestro espíritu y nuestro corazón se abran a las acciones humanitarias, que nuestra Madre Tierra necesita.

Prof. Susana Papale